lunes, 30 de agosto de 2010

Realmente.... ¿Nada que festejar?



Muchos amigos, compañeros de labor y personas muy estimadas por mí y a quienes por cierto respeto profundamente, han colocado imágenes oscuras en lugar de sus avatares y han decidido no festejar el 15 y 16 de septiembre, al señalar con cierto razonamiento justo que por la enorme cantidad de muertes que estamos viviendo por la absurda guerra contra el narcotráfico, las políticas erróneas en el terreno económico y la enorme crisis que estamos atravesando todos los mexicanos nos está llevando a hacerlo aunque sea como una manera de protesta contra el gobierno vigente.
Si bien es cierto que ya sumamos más de 28 mil muertitos por esta lucha sorda, sin ton ni son, sin cuartel y sin una estrategia clara y definida que nos está llevando al infierno, también es cierto que pareciera que en algunas comunidades el narco se ha enseñoreado.
Resulta espeluznante pensar que los chavos repartidores de pizzas ya no se arriesgan a repartir más allá de las 8:00 de la noche en ciudades como Juárez, Torreón y algunos sectores de Monterrey, por miedo a ser asesinados a balazos y luego de que fueron víctimas, ser señalados como narcotraficantes.


Comer taquitos en la calle, ¿un asunto de enorme riesgo?


Además, la crisis económica que sufre cada familia es tan atroz, tan lacerante y tan irritante, que resulta complicadísimo contemplar de donde vamos a salir adelante: los salarios no alcanzan, las exigencias de todo tipo son cada vez mayores y la inflación, aunque dicen que está controlada, lo cierto es que no hay tal... cada vez nos cuesta más la gasolina, los alimentos, los insumos, los útiles escolares, la ropa, etc, etc, etc. (ah, pero eso sí, bajó el jitomate y la cebolla, dirían los sesudos economistas tecnócratas del Banco de México).
Todo esto ha generado un malestar generalizado del que nadie de nosotros podemos escapar. Hasta en las familias acaudaladas hay quejas amargas de la violencia, de la intranquilidad en que se vive y de la falta de dinero que no nos deja ni respirar.
Sin embargo, debo de reconocer que muchos de estos problemas tendrían solución si en vez de quejarnos adoptáramos una actitud revolucionaria, como lo hicieron nuestros antepasados.
Ellos se hartaron que los virreyes y los españoles llegaran a despacharse con manos poderosas la riqueza del país y a la mayoría se los llevara a la trampa y con ello comenzó una lucha armada muy sangrienta, pero que terminó con el yugo español.
Casi un siglo después, un caudillo militar se perpetuó en el poder y con una visión tecnócrata feroz que haría temblar hasta los mismos tecnócratas actuales, modernizó al país, lo puso en el mapa y lo hizo avanzar... a costa de que los ricos se volvieran muy ricos y los pobres se murieran de hambre (¿les suena parecido?) y de allí surgió otra guerra sangrientísima que permitió el nacimiento de las instituciones que nos rigen hoy día.
Pero... ¿qué pasa cuando esas instituciones son rebasadas por su incapacidad, su miopía y su falta de tino en resolver los problemas? Surge otro descontento más, otra protesta o cadena de protestas y... no pasa nada.
Hay muchos que están invitando a no celebrar nada este 15 y 16 de septiembre... pero se nos olvida que aunque los festejos, organizados por el gobierno, ellos NO SON LA PATRIA....
La nación mexicana la formamos todos. Así como para que el narcotráfico triunfe se necesita una organización, lo que necesitamos todos es organizarnos para combatirlos. Así como el gobierno necesita de secretarías, asesores, diputados, senadores y jueces para gobernar, nosotros con nuestros votos somos quienes lo ponemos o los quitamos... Así como los encarecedores se organizan para acaparar un mercado, nosotros podemos organizarnos para no permitir el abuso y obligarlos a bajar sus precios.
Para ello necesitamos algo que no conocemos... trabajar organizadamente y en equipo. Sin embargo, México nunca se ha caracterizado por contar con un poderoso sentido de pertenencia y de grupo, así como identidad de equipo.
En este 15 y 16 de septiembre, amable lector, festejes algo con un pozolito o no festejes nada, al menos te invito a que medites de qué manera te puedes organizar con tus amigos, familiares, vecinos... para comenzar una lucha real, pero con las armas de la razón, de la discusión clara y serena, y de la denuncia cuando haya necesidad de hacerla y con la exigencia para las autoridades para que nos hagan caso.


Un rico pozole... es un lujo, pero creo que lo valgo.


Es tiempo de comenzar una nueva revolución, pero de conciencias, no de balazos. De violencia ya estamos hartos. Una nueva revolución de actitudes, no de que "el gobienro nos resuelva", cuando nosotros tenemos que resolverlos.
Ahora bien, los que festejen, háganlo en familia, en casa, con amigos... pero dejen que el gobierno festeje con sus invitados... Que cada quien festeje a la Patria como quiera, porque a fin de cuentas, la más sufrida aquí es la Madre Patria (abnegada como buena mamá mexicana).