martes, 26 de noviembre de 2013

Que 30 años son nada, que febril la mirada...

El viernes pasado tuve la oportunidad de echar el tiempo atrás... ¡Y vaya que rejuvenecí! pues tuve la oportunidad de reunirme con un grupo de exalumnos del Centro Universitario México, de la generación 1980-1983,con quienes compartí ideas, planes, proyectos, sueños, cotorreos y mucha diversión desde mi educación primaria hasta la preparatoria, pese a que nunca terminé esa etapa de formación con ellos...

Generación 80-83 del Centro Universitario México: Una Generación de Campeones
 Allí me encontré con muchos amigos entrañables con quienes viví gran parte de mi formación primaria y secundaria y un poco de la prepa y con quienes compartí el menú de comida y el de bebida (este último fue copioso, abundante y muy bueno).
Además, tuve el privilegio de nuevamente saludar y conversar con un ex maestro que me dejó huella: Francisco Javier Díaz Brassetti,  uno de mis primeros maestros de literatura y una de las personas que fueron instrumentales para que yo decidiera dedicarme al periodismo y a las letras.
Aunque esta reunión no fue nada nuevo y esta generación ha logrado combinarse para celebrar por lo menos tres comidas, pareciera que en cada ocasión son diferentes, pues además del continuo cambio de sede (hace un año fue en el Restaurante Taurino Don Rodolfo, la del XXX Aniversario en el Centro Asturiano y la del viernes pasado en el Salón Covadonga), las oportunidades para ponernos al día, ver qué estamos haciendo cada uno con nuestras vidas, los recuerdos, los chismes y aclaraciones de los mismos, los reencuentros, los momentos curiosos se repitieron una y otra vez...
La generación 80-83 del CUM. Llena de personas triunfadoras

En cada rincón se recordaron hazañas deportivas, novias pasadas y presentes, acontecimientos ocurridos desde los primeros años de primaria a los últimos de secundaria, lo que sabíamos de compañeros que no asistieron, algunos aspectos de nuestras vidas actuales y nuestros quehaceres profesionales, entre otras cosas.
Lo mejor de todo, es que todos volvimos a vivir todas esas experiencias, anécdotas, vivencias, etcétera, etcétera y nos permitió con ello rejuvenecir por lo menos 30 años, para volver a esa época desenfadada en la que no teníamos de qué preocuparnos.
Ahora esperaremos con ansias la próxima reunión y esperemos que todos asistan, para volver a revivir estupendos momentos, recuerdos imborrables, compartir risas y bromas y regresar a nuestas épocas de adolescentes, ¿no creen?

Y mientras llega la siguiente reunión, hagamos condición...
Sé muy bien, mis amados lectores asiduos que esta vez me fui a algo muy personal. Sin embargo, los invito a que también "rejuvenezcan" un poco y revivan sus recuerdos con los protagonistas de esas épocas: ustedes mismos y sus compañeros de clase.
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miércoles, 13 de noviembre de 2013

El tiempo, el implacable, el que aún no pasó

Después de maldecir mil veces a esta tecnología que no puede terminar por ser totalmente portátil y después de extraviar este texto en seis ocasiones durante el día de hoy, retomo este esfuerzo de comunicación a través de mi blog, esperando que a usted, mi amable lector, le sea de su agrado.

Luego de intentar infructuosamente publicar este espacio desde mi teléfono celular, finalmente me tuve que rendir y terminar por hacerlo en la computadora, con un feroz robo de horas de sueño, pero ni modo... también de escribir se alimenta el espíritu. Sin embargo, el tema que abordo en esta madrugada es bastante mundano, por desgracia.
Estamos apenas a mediados de noviembre y veo con espanto y con los pelillos erizados de que los comerciantes, en una mezcla soez de desfachatada y desmedida ambición con una total indolencia por lo que realmente importa, han desdeñado un par de fiestas patrias.

Así, a ojo de buen cubero, uno podría decir: "Caray, ahora sí al profe Alejandro se le terminó de botar la canica", pero no. Y para muestra de ello, les doy ejemplos.


A las fiestas de Independencia les dieron la extremaunción

No se cumplía ni la primera semana de septiembre cuando en todos los comercios uno podía hallar todo lo referente al Halloween y a esas festividades de... FINALES DE OCTUBRE Y PRINCIPIOS DE NOVIEMBRE en los escaparates de las tiendas y pocos, realmente muy pocos atuendos mexicanos para nuestra fiesta más importante del año.

Ya ni se diga la escasez y la carestía de los productos necesarios para elaborar los platillos favoritos de las familias durante Fiestas Patrias, pero eso sí... abundaban las calabazas anaranjadas huecas, los dulces de todo tipo, los chicles, los adornos de calaveras, brujas, espantos... bueno, hasta Pan de Muerto hubo en septiembre... ¡¿y las fiestas de la Independencia, Apá?!

Una vez pasado el susto de Día de Muertos (ver Halloween, la noche de los que estamos brujas en este mismo blog) y los comerciantes arremeten nuevamente contra el calendario y contra nuestro tiempo y ganas de pasar el tiempo con la familia, con otra andanada de ofensivas mercadológicas y comerciales, pues al estar apenas en la segunda semana de noviembre,a más de un mes de Navidades, y sin decir ahí les va, nos están bombardeando con encendidos de árboles de Navidad por aquí, por allá, por acullá... y una vez más, los regalos, los asuntos mundanos, y hasta el gordito risueño decembrino ya lo desempolvaron para que nos entre el frenesí por las compras ahora que ya se sacaron primero el Buen Fin (de todos tus ahorros en cosas que no necesitas), El Teletón anticipado y recargado y después... todas esas ofertas que te guardan para fin de año pero que son más engañosas que las ofertas de transformación de algunos políticos.

¿Y las Adelitas, los sombrerudos zapatistas, los barbudos Carrancistas, los mancos Obregones y los Dorados de Villa, Amá, onde quedaron?



Ciertamente será el fin de tu ahorro y de tu economía antes de que llegue el final del año

Para colmo, se nos viene un fin de año complicado, con varias reformas políticas atoradas, sin suficiente dinero en el sistema para que todos tengan un poco y con el apetito desmedido de mercadólogos y comerciantes, vamos a tener una cuesta de enero casi imposible. Eso para quienes tienen el privilegio de contar con un empleo, pues los que no lo tenemos, vamos a estar "tantito pior".

No quiero ser aguafiestas ni "pregonero de la Hecatombe" (Carlos Salinas Dixit) pero más vale que nos moderemos ahora con toda esta sarta de tentaciones que nos enviarán los comerciantes para que gastemos nuestro dinero.

También, que no sean abusivos, nuestros héroes nacionales merecen más respeto y más festejo, no tanto ninguneo ni tanto comercio, por favor...

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martes, 5 de noviembre de 2013

La ¿dieta? del desempleado


Harto ayuna el que mal come
Solía afirmar mi abuelo paterno cuando se le mencionaba la remotísima posibidad de someterlo a una dieta. Lo curioso es que eso mismo me ocurría a mí hasta hace relativamente poco tiempo, cuando todavía podía comer de lo que quisiera y casi en la cantidad que uno deseara.
Sin embargo, un mal crónico y degenerativo primero me puso limitantes a ciertos alimentos, los cuales curiosamente ya había decidido abandonar previamente por salud, y en segundo lugar, al quedarme sin empleo, ahora hay que hacer milagros para que la comida (y todo lo necesario para la casa) alcance de manera suficiente y con ello otro ajuste en la calidad y cantidad de los alimentos.
Si bien es cierto que desde hace mucho tiempo soy predicador de la nutrición sana, de los alimentos balanceados y fanático de cumplir con sus exigencias, lo cierto es que mientras tuve dinero en el bolsillo siempre fui --al mismo tiempo-- mi peor enemigo, pues solía comer todo tipo de ofertas gastronómicas sin tomar en cuenta su aportación y contenido calórico, sin poner reticencias en sus niveles de grasas y colesteroles, y por supuesto, sin mirar en las cantidades de azúcares y harinas refinadas.

¡Ah la chatarra, tan rica y tan dañina!
Súmele a todo ello el estar encerrado en una oficina de seis a ocho horas diarias, sin otro entretenimiento que comer... y pues... el sobrepeso y la diabetes no se hicieron esperar.
Ahora, unos años más tarde,donde me he tenido que disciplinar totalmente porque ya estas golosinas y alimentos son un auténtico lujo, cuando los refrescos se volvieron inalcanzables (y peor tantito con su impuesto adicional correspondiente), y con las restricciones presupuestales para entrarle con fe a las botanitas grasosas-saladas-aceitosas y dañinas, el resultado no se ha dejado esperar.
En lo que llevo de desempleado (unos cuatro meses), he perdido el equivalente a dos tallas. No sé cómo explicarlo, porque no he dejado de comer un solo día, pero la calidad de los alimentos, el cuidado que les ponemos en casa al prepararlos y el haber renunciado a mis golosinss de siempre me dejan bien en claro que estos beneficios debí haberlos disfrutado desde mucho tiempo antes, pero que uno, por terco y por necio, no adopta antes.
Espero mi amable lector no haberlo aburrido con la perorata y el choro de la comida sana, pero debo decirle que ahora que la he redescubierto después de muchos sofocones económicos, sí se puede comer bien, a buen precio y sin tantos sacrificios monetarios.

Comer muy bien no cuesta caro
Me despido, no sin antes invitarlo estimado lector antojadizo, a cumplir el reto de llevarse sólo lo indispensable para su transporte, evitando llevar el auto en lo posible; en no comprar golosinas; en buscar sus horarios de alimentación que sean adecuados, en caminar un rato y beber bastante agua... Le garantizo que todo esto lo llevará a bajar de talla y peso de manera importante. Ah, y si le interesó este choro mareador, no deje de recetárselo a sus amistades, dándole "Like" y replicando la liga en su página personal pero en las redes sociales. Gracias.