martes, 29 de octubre de 2013

Halloween, la noche de los que estamos brujas...

He leído mucho material en los últimos días de sesudas y furibundas reflexiones sobre un fenómeno que se vive año con año en México y que no ha dejado de ser una terrible cadena de ataques contra una fiesta que si bien no es originalmente nuestra, por lo menos nuestros niños la han adoptado con gusto.
Ciertamente el origen de la fiesta de la noche de brujas (O "Jalogüin, como le llaman los muy enterados) es una tradición traída a México como una manera de conjurar los miedos de las personas a todo tipo de espantajos y esperpentos que parecen esperarse todos los años a la llegada de la tarde/noche del 31 de octubre para acecharnos en esa noche con toda su fuerza y energía....
Por otra parte, comerciantes, panaderos, jugueteros, dulceros y demás comerciantes, aprovechan para recetarnos sustos de verdad con los precios que se despachan por un paquete de caramelos, adornos para la casa, escuela u oficina (tenga usté Vitacilina, ¡ah que buena medicina!) y entonces celebramos esa noche y muchas más con razón sobrada... Sus precios NOS DEJAN MUY BRUJAS (pobres, pues).

Halloween no sólo es una fiesta pagana, es una realidad mexicana, pues en ella realmente celebramos todos los días el hecho de estar "bien brujas" (es decir, muy pobres).
Por otra parte, el encuentro con nuestros muertos, si bien no nos mata en el momento, nuestra economía entra en franca agonía con la pedida de dulces de todos los chamacos, los disfraces para que disfruten del día, el pago de flores de cempasúchil, la preparación y traslado al camposanto con los alimentos que les gustaban a nuestros dijuntitos, ya sin mencionar los costos abusivos de los que venden flores en los camposantos, el incremento exponencial por una limpieza de lápidas y de tumbas, que estuvieron prácticamente abandonadas durante el año pero llegando el día de Todos los Santos (los muertos chiquitos) y los Fieles Difuntos (los muertos grandotes) los dijuntos arman su "tour" con todos los gastos pagados por nuestras agónicas economías desde el mítico Mictlán hasta sus tumbas, que se matuvieron llenas de maleza, suciedad y abandono durante meses y que ahora, gracias al trabajo de almas caritativas (pero muy lucrativas también) tienen un hermoso lugar para conversar con la familia en el camposanto.
Otros, para evitar los abusos de los cancerberos del panteón, prefieren hacerles la fiestecita en casa, muy en ambiente familiar.
Lo triste del caso es que el gasto también es enorme aunque se la ponga uno con el difunto totalmente de buró. La comilona, la beberecua y los excesos parecen no tener fin...

Los excesos durante los Días de Muertos están para morirse de veras
Sí me gusta la discusión, pero no la que está motivada por fiestas de guardar de nuestros pueblos. Por ello estoy escribiendo esta entrada en mi blog... para que aprendamos a disfrutar de las fiestas SIN EXCESOS, que al momento de partir el Pan de Muerto sea auténticamente el pan de la Concordia y de la Paz familiar, que nos permita sepultar viejos rencores y rencillas, enviar al camposanto lo que nos llevó a separarnos de nuestras familias y a hallar la paz tan necesaria, tanto de los sepulcros como de nuestros aposentos.
Los que celebren su brujez respetemos las tradiciones de nuestros pueblos autóctonos y los que amamos esta fiesta de reencuentro, entendamos que no nos quita nada invitar a los espectros a nuestro encuentro con nuestros difuntos. Al fin y al cabo, si algo tenemos, es que sabemos ser dadivosos y compartidos ya entrados en gastos de fiesta, ¿qué no?

El muerto al pozo y el vivo al gozo
Ya me despido de esta necrófila entrada de blog. Si le gustan los comentarios, amable lector, no olvide darles el espantoso "like" y compartirlo entre sus amigos. Mientras tanto... ¿no coopera para mi calaverita?

lunes, 7 de octubre de 2013

Más cornadas da el hambre, pero los derrotes de este Miura....

No, nunca he sido aficionado pleno a la fiesta brava. Sí me llama mucho la atención el colorido, el lenguaje pintoresco, la fusión y mezcla de tradiciones del campo bravo tanto de México como de España, Francia, Portugal y Colombia. Sin embargo, parafraseando el título de una novela escrita por don Luis Spota titulado "Más Cornadas da el Hambre", decidí regresar a las andadas de este blog. Una vez más, y por un problema grave de juicio, me veo engrosando las filas del desempleo, lo cual me ha generado todo tipo de emociones, sensaciones, histerias, tristezas, depresiones, esperanzas, y desesperaciones. Muchas veces dí por seguro y por sentado que el dinerito entraría a la cuenta, que bastaba con ir a trabajar unas cuantas horas a una empresa para asegurar mi sustento, y a veces miraba (no con cierta soberbia, debo reconocerlo) a las personas que hacen de todo para sobrevivir, pues consideraba que eso les había pasado por su mala fortuna o bien porque no se comprometían lo suficiente.
La fiesta brava tiene una cierta connotación con la vida, porque
más cornadas da el hambre
Hoy, que estoy en la misma situación, descubro que soy mucho más que un simple traductor de agencias, que un mero editor de noticias para América Latina, que puedo hacer algo más que ser un
texto servidor en toda la extensión de la palabra. Curiosamente, he recibido mucho apoyo de ex-alumnos,de amigos, y de personas de quienes menos esperaba el apoyo moral, la palmadita en la espalda, un poco de dinero y hasta consejos para emprender negocios que si bien no me sacarían de pobre, al menos me podrían ofrecer una ligera estabilidad. Otros amigos, al invitarme a sus proyectos, me ayudaron a descubrir el valor de saber negociar, de ser persistente, de nunca darte por vencido cuando estás cerrando una venta o un negocio. Además, mi recién descubierta cercanía con la Central de Abasto me ha convertido, si no en un experto, al menos en una persona consciente en el afamado programa de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) denominado
Quién es quién
en los precios. Siempre me quejé que no tenía tiempo para hacer algunos proyectos, para buscar otras oportunidades, para aprender nuevas cosas y para crecer tanto en el ámbito laboral y profesional, así como en el personal. Ahora tengo ese tiempo y ¡Vaya que las lecciones están de a peso!
Como dirían los clásicos, los Toros no son
Graciosa Huída, sino Apasionada Entrega
Hoy por hoy, cuando el hambre aprieta y el recurso monetario escasea, recuerdo todas estas lecciones que he ido aprendiendo a través de estos casi tres meses de no contar con un trabajo estable, de no tener la certidumbre de un salario y de ni siquiera tener la certeza si el día de mañana tendré comida en el refrigerador, si tendré ropa para vestir para buscar empleo, de tener un techo sobre mi cabeza, y entonces me doy cuenta que mientras estuve asalariado vivía más esclavizado que ahora, que gozo más a mi familia porque dejé de ser el gran ausente, que aprendí a disfrutar de las cosas pequeñas y gratuitas y a cuidar lo que que se me ha dado, pero esta vez por conciencia y no por codicia. Sólo le pido al Patrón del Universo que ya me mande el cambio de tercio, porque este condenado Miura cornivuelto, lucero, botinero y berrendo me está acomodando una verdadera paliza (eso sí no me enseñaron, a esquivar el bulto).
Bien dicen que
Es Más Bonito Ver los Toros Desde la Barrera que Capotearlos en el Corral
Estimado lector: Si le gustó esta entrada torera de este blog, no deje de recomendarla a sus amigos. Gracias.