jueves, 16 de febrero de 2017

Un gobierno a las Trumpadas...

Estimados amigos y escasos lectores,
Tras un largo período ausente de este blog, retomo las letras para hacer un análisis sobre el gobierno de Estados Unidos y sus nuevos usos y costumbres.
Para comenzar y sin dármelas de ser un politólogo experto pero desde mi experiencia como inmigrante, debo decir que esta nueva administración estadounidense, encabezada por Donald J. Trump definitivamente ha roto con todos los paradigmas y con la manera de hacer política en Washington, DC.
Su muy particular estilo de querer opinar y componer el mundo a través de las redes sociales, donde como la Chimoltrufia, así como dice una cosa dice otra tenga o no tenga razón, marcó un parteaguas con todos sus predecesores.
Su estilo, muy parecido al bravucón (bully) de escuela nos indica claramente su manera de hacer las cosas, y aunque es terriblemente impredecible, queda claro que mucho de lo que hace y dice está plasmado en sus libros, desde The Art of the Deal  hasta Crippled America. How to Make America Great Again. ¿Su título más sugerente? Think Big and Kick Ass, un título que parece dar claridad a la manera como quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.

Así quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica

Su megalomanía no conoce límites.
Desde su inauguración en el cargo, ha establecido un campo de batalla con la prensa, con el partido de oposición (los demócratas), con el legado de su antecesor Barak Obama, con sus aliados europeos, con el mundo árabe, con sus propios aliados republicanos, con las iglesias, con los inmigrantes...
Y para acabarla, sus asesores no le ayudan nadita.
Por principio de cuentas, su asesor Steve Bannon, inició la guerra mediática al convencer a Trump que la prensa "es el enemigo" y con ello don Donaldo se ha enfrascado en una serie de dimes y diretes con tuits que van desde que los periodistas son "la gente más deshonesta del mundo" y con un cúmulo de mentiras ha tratado de legitimizarse al disputar que ganó el voto popular en las elecciones pasadas debido a que hubo un megafraude electoral, con más de cinco millones de votos de personas muertas o de personas que votaron sin contar con el derecho a hacerlo, en clara referencia a los inmigrantes.
Su portavoz y secretario de prensa, Sean Spicer, también ha querido limitar a los medios de prensa que no son afines al proyecto Trump, lo cual ha generado controversias en cuanto a los límites que quiere imponer este gobierno a los medios de comunicación.
Sean Spicer y las verdades alternativas.
La afirmación de Trump, reiterada por Spicer, que los participantes en la ceremonia de la toma de posesión fueron superiores a los de la primera investidura de su predecesor, Barak Obama, fue la punta de lanza para iniciar una guerra frontal con la prensa, que se ha cansado de denunciarlo y de criticarlo con todo el material que les proporciona... y eso que apenas lleva un mes en el cargo.
Sus afirmaciones que en el primer mes iba a arreglar desde la inmigración ilegal, deportando a los criminales y a los inmigrantes sólo ha generado molestias y temor de la población latina que vive en Estados Unidos y ha acrecentado la clandestinidad de esas personas en momentos en que el país necesita del trabajo y el talento de todos los ciudadanos para cumplir con la promesa hecha a sus seguidores: la de hacer nuevamente grande a Estados Unidos.
Además, su estratega política Kellyanne Conway, ha pasado de asesora a comentarista de lo absurdo, al señalar que no eran mentiras las declaraciones de Spicer sobre el número de participantes en la ceremonia de asunción al cargo, sino verdades alternativas, y más tarde, se convirtió en publicista y porrista de los productos de la hija de Trump, Ivanka, al invitar en una entrevista en televisión nacional al público a salir a comprar artículos de la marca, cuando está estrictamente prohibido hacerlo.

Kellyanne Conway: de asesora a porrista

Gobernando por decreto
Al querer cumplir con todas sus promesas de campaña, muchas de ellas las quiso hacer sin consultar al Congreso y por ello echó mano de las "órdenes ejecutivas", decretos mediante los cuales ordenó la construcción del muro fronterizo de costa a costa con México, una obrita que va a costar la nada despreciable cantidad de 21 mil millones de dólares, y que según él, va a pagar su vecino del sur. Eso ya generó un descontento general y un pleito abierto con su socio estratégico.
Después, se le ocurrió emitir otro decreto mediante el cual suspendía temporalmente el ingreso a Estados Unidos de personas de siete países de mayoría musulmana, dizque para que no ingresaran terroristas y citó la seguridad nacional como motivo para emitir esa orden.
Sin embargo, se le "olvidó" el pequeño detalle que muchos de los afectados ya poseían documentos de residencia legal en el país, y su ocurrencia le generó un par de reveses en los tribunales judiciales. Como agravante, dijo que apelaría la decisión y piensa volver a la carga con un nuevo decreto.

Donald, listo para seguir gobernando a las Trumpadas.

¿Durará en el cargo?
Varios analistas consideran que el gobierno de Trump no durará gran cosa, debido a toda la serie de problemas y escándalos que se han generado a su alrededor, desde su insistencia en apoyar los negocios familiares, que ya le generó una demanda en su contra por conflictos de interés.
Además, su principal asesor en seguridad nacional, Michael Flynn, se vio obligado a dimitir al cargo luego que se filtrara información de que el FBI lo estaba investigando por las relaciones que estableció y mantuvo desde la campaña con el embajador de Rusia, Sergey Kislayak.
Esto dicho, sin mencionar la cercanía que busca establecer Trump con su colega ruso Vladimir Putin, para desencanto y preocupación de sus correligionarios republicanos y con el desagrado y oposición absoluta de sus socios militares europeos de la OTAN.
  Flynn habló con el diplomático varias veces durante los dos meses previos a la llegada al poder de Trump, el 20 de enero, y conversó específicamente con él sobre las sanciones impuestas a Moscú por el entonces presidente Barack Obama por espionaje durante la campaña a la Convención Nacional Demócrata, donde se obtuvo información que fue filtrada a la prensa y que ciertamente favoreció a la elección de Trump.
No se sabe si el ahora ex asesor de Seguridad Nacional le prometió algo específico a los rusos sobre las sanciones pero, según la ley, un ciudadano que no forme parte del gobierno, como entonces era el caso de Flynn, no puede inmiscuirse en política exterior.
Michael Flynn, el escándalo que puede hundir la presidencia de Trump




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