
El Philadelphia Inquirer, uno de los dos periódicos en proceso de bancarrota
Otro que está también en esta precaria situación es el San Francisco Chronicle, cuyos dueños, de la Hearst Corp. anunciaron que ese diario tradicional será vendido o cerrado, si no pueden recortar sus gastos en los próximos meses. Para lograrlo, se planean grandes recortes de empleos y gastos (léase despidos y reducción de planillas y de otros beneficios) como último recurso para evitar la desaparición del medio, que ha reportado pérdidas durante años.
Dirán mis escasos lectores: ¿Y a él que le pueden importar los diarios en Estados Unidos? Pues resulta que mi trabajo es un pequeño fragmento de los diarios que forman la Asociación de Prensa para la que trabajo, así que la caída de alguno de nuestros miembros nos duele tanto como si nos arrancaran un trozo de piel.
La crisis económica, que ha afectado profundamente todos los ámbitos sociales, desde el costo diario de los alimentos hasta las limosnas, también ha tenido sus costos en la lectura de diarios, semanarios y revistas.
En el terreno de la lectura, la crisis es espeluznante... si antes los mexicanos no solíamos visitar librerías para comprar material de lectura, ahora o destinamos dinero a la lectura o a la diaria subsistencia... y como decían los personajes del Chapulín Colorado... oh, y ahora, ¿quien podrá ayudarnos? Ni el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ni ninguno de los genios financieros tienen la varita mágica o el secreto para resolver el problema.

¿¿Oh y ahora, quien podrá ayudarnos??
Estos menores ingresos, sumados al crecimiento estratosférico de los costos de los insumos en los medios (papel, luz, tintas, agua, café, etcétera) están llevando al traste a nuestras ruinosas economías de periodistas.
Si antes decían que para ser buen periodista era necesario tener hambre, ahora tener hambre ya no es requisito, pues todos la tenemos. Ahora resulta menester hallar nuevos medios de ingreso para poder subsistir en estas épocas de crisis, encontrar medios más inteligentes para hacer rendir lo que se tiene, economizar lo más posible y rogarle a Dios (y a los gurús de las economías mundiales) que se dejen de abusos, que impulsen el empleo y las inversiones de manera efectiva y que se descubran todos los trinquetes y se lleven a juicio a los tranzas que provocaron el derrumbe de la economía mundial.
Vamos, hasta el experto en la adquisición de empresas en problemas financieros, el mismísimo Carlos Slim, nos aconsejó prudencia y sapiencia para no gastar en estas épocas de vacas flacas. Sin embargo, sus bolsillos siguen estando muy robustos... tanto, que ya hasta invirtió para rescatar al diario New York Times por una cuantiosa suma. Habrá que preguntarle cómo le hace!!! ¿O no?

Carlos Slim, de magnate a Mesías de medios