jueves, 12 de febrero de 2009

Chismes, jeringas, pastillas y mucha pérdida de tiempo.

Un nuevo escándalo azota al béisbol de las Grandes Ligas, luego que Alex Rodríguez, considerado el mejor pelotero del deporte y además, el mejor pagado, al ser "descubierto" por una revista que había arrojado positivo en un control antidopaje cuando todavía no se aplicaban los exámenes de manera rutinaria y cuando no se había prohibido explícitamente el uso de sustancias que mejoran el rendimiento deportivo, se confesó ante la televisión que efectivamente lo había hecho cuando todavía era legal.


Alex Rodríguez, quien se vio obligado a confesar su dopaje

Pero ¿por qué alguien tan importante como Rodríguez, estando en su sano juicio, saldría a la televisión a decir "mea culpa" y buscar la exoneración de un público, que si bien en principio estaba feliz con la multiplicación de los batazos de jonrón, ahora está espantada por la manera de conseguirlos?

La respuesta es simple... dinero. Sí, el maldito dinero que todo corrompe y todo daña, luego que se diera a conocer apenas un nombre en una lista de 104 jugadores que arrojaron positivo por andar tomando sustancias que no eran exactamente suplementos vitamínicos o como dirían mis cuates dominicanos "plátano macho" para darle duro con la mandarria a la esférica.

Creo que Rodríguez, al saberse en la lista de descubiertos, preparó su estrategia de medios y se preparó psicológicamente para ser atacado a preguntas con respecto a su utilización de esas sustancias.

Lo malo fue la manera como se consiguió esa información. Sports Illustrated, la revista que dio a conocer el positivo de Rodríguez, no denunció a ningún otro pelotero de la lista, salvo a Rodríguez, lo que provocó que el beisbolista, que recientemente firmó un nuevo contrato multianual por más de 240 millones de dólares, lo convirtieron en el blanco del escarnio y obviamente en el objetivo de una campaña sucia de desprestigio que hará que se ponga una enorme interrogante para saber si contarán todas sus estadísticas de ese tiempo al concluir su carrera, y si será contemplado para ser incluido en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Además, lo que me parece más un típico caso de doble moral es que fue precisamente uno de los máximos "tramposos" del deporte quien primero hizo sonar las señales de alarma de lo que ha sido durante muchos años un secreto a voces.

El cubano José Canseco, quien fue el que tuvo la idea de denunciar el problema a través de un par de libros donde platicó de todo, ahora quiere volverse en redentor, cuando él gozó de todos los beneficios de estar bien dopado sin que nadie le dijera nada al respecto.


Canseco ¿de pelotero afamado a salvador del béisbol? lo dudo bastante.

Me parece injusto que individuos como Roger Clemens, el cubano Rafael Palmeiro, el dominicano Miguel Tejada, los jonroneros Mark McGwire, Barry Bonds y otros grandes del béisbol, no lleguen a ser considerados al Salón de la Fama sólo porque "hicieron trampa", cuando también los directivos cometen trampas corporativas al robarse a jovencitos de los campos de entrenamiento para llevarlos a equipos de ligas menores, y por una oportunidad de jugar en la Gran Carpa serían capaces de morir en el intento, mientras que ellos los explotan de una manera indignante.


Roger Clemens, otro nombre "filtrado" en el escándalo.

Además, para poder descubrir a los tramposos, tanto el Congreso, siempre una entidad retrógrada y llena de inquisidores que harían palidecer al mismísimo Fray Tomás de Torquemada, comenzó a investigar el asunto y presionó al comisionado Bud Selig para que nombrara una comisión investigadora.

Para hacer este "trabajito" se nombró a un político y legislador prominente: George Mitchell, quien utilizó evidencias obtenidas de todas partes: desde recibos de farmacias, registros de venta de fármacos, emplazamientos a confesar a los participantes so pena de enviarlos a la cárcel, presiones contra otras personas ajenas al béisbol, etcétera, y consiguió lo que todos esperaban: Nombres para señalar con dedo flamígeo a los culpables.


Mitchell, un moderno inquisidor que podría acabar con el béisbol.

Al salir los nombres, algunos de los peloteros activos que ya habían sido "invitados" a testificar ante el Congreso y que habían dicho que no habían consumido drogas para mejorar el rendimiento ahora enfrentan la persecusión por perjurio.

Durante ese proceso varios nombres "se filtraron", tal como ocurrió ahora con Alex Rodríguez, con el debido escándalo en los medios.

Esta entrada en mi blog desea, sin querer defender a nadie (porque los peloteros mismos están conscienten de que estuvo mal lo que hicieron) que nos dejemos de tarugadas y que una de dos... o hacemos un borrón y cuenta nueva, con una nueva clasificación que diga "estadísticas con esteroides" y "estadísticas sin esteroides", o desechamos los escándalos, que nunca han dejado nada a nadie.

Y ustedes, ¿que opinan?


El dopaje, el verdadero culpable del escándalo...

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